martes, 11 de noviembre de 2014

TOLEDO DE NOCHE Y DE DÍA

A estas alturas del año estamos metidos de lleno en la rutina del día a día. La monotonía se apodera de nuestras vidas y necesitamos tiempo para desconectar. Una de las mejores maneras de hacerlo es viajando. Y no es necesario gastar mucho dinero en el viaje ni dedicarle muchos días. A veces basta con escapar un fin de semana  a un lugar diferente. 

Toledo es una ciudad perfecta para una escapada de fin de semana. Hace tiempo la visité y me encantó. Creo que noviembre es una época bonita para descubrir esta ciudad declarada patrimonio de la humanidad por la UNESCO. Los colores del paisaje que tendréis al alcance de la vista merecerán la pena. Este año, además, se celebra el IV centerario de la muerte del Greco por lo que la ciudad tiene programadas varias actividades culturales hasta final de año. Así que todavía estáis a tiempo de acercaros. Y si sois amantes de la pintura no podéis dejar de visitar las exposiciones que actualmente alberga la ciudad. Es una oportunidad única para contemplar en un mismo lugar obras del famoso pintor que han sido llevadas a Toledo desde más de veinte ciudades diferentes, con motivo de la exposición.



A poco más de veinte minutos en AVE desde Madrid, encontramos esta ciudad testigo del paso de diferentes culturas. De hecho, es conocida como "la ciudad de las tres culturas" porque judíos, cristianos y árabes convivieron pacíficamente dejando una huella que perdura hoy en día en sus calles, edificios y monumentos.

Las calles estrechas y con recovecos recuerdan la arquitectura de un barrio árabe, así como las dos mezquitas que conserva la ciudad. El paso de los judíos por Toledo lo encontramos en el barrio que llaman "la judería" ya que allí se encuentran las dos sinagogas que podemos visitar.

También merece una visita la Catedral de Toledo. Es de estilo gótico y  una de las catedrales más bonitas de España. Su interior merece mucho la pena. Pasear por las calles de alrededor de la Catedral es muy recomendable. Todavía recuerdo las calles en cuesta que no sabías a donde te llevaban. Sin duda, lo mejor es perderse por el casco histórico y dejarse llevar mientras descubres la ciudad. Por cierto, el casco histórico está rodeado por una muralla que cuenta con varias puertas de acceso. La más importante es la Puerta Antigua de Bisagra. Es la puerta principal de entrada a la ciudad.


Calle que conduce a la Catedral

Puerta Antigua de Bisagra

Otro edificio a destacar en Toledo es el Alcázar. Se puede divisar desde cualquier punto de la ciudad. Cuando yo fui estaban reformando el interior. Justo enfrente del Alcázar hay un mirador desde donde podemos disfrutar de unas bonitas vistas. Pero si lo que queremos es disfrutar del ambiente de la ciudad tenemos que dirigirnos a la Plaza de Zocodover. Antiguamente era un mercado árabe pero ahora es el centro de la ciudad y lugar de encuentro de toledanos y visitantes. En la plaza y calles aledañas encontraremos bares y restaurantes donde probar la gastronomía de la zona. El mazapán es el dulce típico de Toledo. Es delicioso. 

                                    
Plaza de Zocodover. 

Esta ciudad también merece la pena de noche. La vista de la ciudad iluminada es preciosa. Además, hay rutas nocturnas por la ciudad que te acercan al Toledo más misterioso ya que hay multitud de leyendas acerca de la ciudad. De hecho, esta ciudad mágica ha inspirado a pintores y escritores muy conocidos. Una de las leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer está ambientada en Toledo. Es la leyenda del Cristo de la Calavera. 

" El rey Alfonso VIII preparaba una gran expedición guerrera contra los árabes y, antes de partir, organizó una gran fiesta en el Alcázar en honor de sus tropas. Todos los caballeros quedaron impresionados por la presencia de una bella dama llamada Inés. Había dos jóvenes, Alonso y Lope de Sandoval, que se enfrentaban basándose en frases y burlas para ganar la mirada de aquella mujer. Cuando la situación se volvió tensa, la dama se levantó para evitar un incidente más grave pero, en ese momento, se le cayó un guante y, naturalmente, los dos caballeros se lanzaron al suelo para coger la prenda y devolverla a su dueña. Afortunadamente, la escena fue cortada por la llegada del rey que tomó el guante y lo devolvió a la dama.

Finalizada la fiesta, los invitados se fueron a sus aposentos; pero fuera del Alcázar, en la Calle de la Calavera donde la oscuridad era la dueña de Toledo, aparecieron dos sombras confusas sujetando sus espadas, avanzando para quedarse cara a cara. Eran Alonso y Lope, que habían decidido resolver sus diferencias con las armas y que no habían encontrado mejor sitio tranquilo que éste para hacerlo, justamente bajo la imagen de un Cristo que había junto con una calavera y una lamparilla de aceite que alumbraba el lugar. 

Tras saludar al Cristo, sacaron sus espadas para comenzar el duelo y, cuando se chocaron sus aceros por primera vez, la lamparilla se apagó y la calle se quedó sumida en la oscuridad; al separarse ambos dudando qué hacer, el farolillo volvió a brillar; los dos caballeros se sorprendieron un poco, pero siguieron su lucha y otra vez, al chocar sus espadas, se apagó la lamparilla y, al separarse, se encendió; esta vez intercambiaron alguna explicación y reanudaron la pelea.  Pero a la tercera, escucharon un gemido profundo, fue cuando comprendieron que aquel Cristo impedía el enfrentamiento, se miraron un momento y un impulso espontáneo les llevo a abrazarse y acordar que la que tenía que decidir era la propia Inés.  

Cuentan que los dos caballeros, aquella noche, tras suspender el duelo, pasaron cerca de la fachada de la casa de Inés y con profunda sorpresa vieron como se abría el balcón y como un hombre salía de él y comenzaba a bajar hasta el suelo con la ayuda de una cuerda, mientras la propia Inés se despedía amorosamente del galán."


Curiosa leyenda. Como ésta, hay muchas más ambientadas en Toledo. ¿Os atrevéis a descubrir Toledo de noche y de día? Mientras lo pensáis, os invito a escuchar Noche y de Día, de Enrique Iglesias. ¡Pasad una feliz semana!





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